Cartas a Emily

lunes, 31 de mayo de 2010


Querida Emily:

Sé que prometí escribirte antes, pero debes saber que mi tiempo libre ahora es muy limitado. No como bien, no duermo bien, tampoco sé si hago las cosas bien, ya no sé que significa la palabra "BIEN". Pensé en ti, Emily; recordé aquel tiempo donde las cosas eran fáciles, o por lo menos lo parecían, donde eran sencillas y sin grandes esfuerzos, donde sólo pensábamos una en la otra.
Hoy por hoy, hay muchas más personas en mi vida a las que doy tanto amor como un día te lo di a ti. Algunos días te echo mucho más de menos que otros, necesito tu fuerza y energía, tus palabras, tu calor y tu necesidad de superación. No puedo borrar mi emotividad, mi desvarío y melancolía.

Ya no soy la misma que conociste hace tanto tiempo, no me han cambiado, yo he cambiado. Ayer, hoy, mañana y pasado haré y dejaré de hacer tantas cosas que un día como hoy hice y no hice. Me vi capaz, pero no fui. No me vi capaz, pero si que fui.
Estoy avergonzada de mis actos, de mis comportamientos, de mis ideas, de mi inocencia y poca sabiduría, hasta de mi forma de hablar y de caminar. No te contaré que ocurrió, ya te lo imaginaras, sólo paso.

Así sin más me despido mi pequeña Emily, sé que estarás soñando y levantando el vuelvo sobre tus alas de papel, yo me iré a la cama al sueño conciliar.

Cuac cuac

jueves, 13 de mayo de 2010


Mi pajarito se convierto en un pato
no un pato cualquiera, sino con un cucharón.
Un pato con pata, con corbata y muy gruñón.
Un pato exagerado y muy luchador.

El pobre pato no sabe nadar, tampoco volar
y si vuela, lo hace muy bajito sin tropezar.

Vive en agua dulce pero le atañe una duda
¿Por qué le rodean tiburones, calamares y ballenas?

Su plumaje es blanquirillo, su piquito rozagante
y su caminar distinto, su silueta arqueada e imponente.
Todos los días intenta volar aunque el peligro huela
¡Ay Patito! Ten cuidado, que el no corre vuela.

No me toques.

martes, 13 de abril de 2010


Hoy decidí volverme un poco misantropa, pero sólo un poco. Sólo escribo cosas para quejarme constantemente de la humanidad, y lo más seguro es que yo sea la equivocada. Antes de reflexionar y aceptar al ser humano tal como es, me desahogaré un poco.
Yo, una ordinaria transeúnte de los Madriles, me encontraba en el metro entre muchísimas personas, y todas como sardinas en la lata. Una siempre cuidando su bolso y con la música a tope.
Lo que yo no me esperaba era sentir el aliento húmedo casi en mi cuello, esa supuesta fricción por el vaivén del metro, y claro, una se aparta como puede para que no le sigan restregando todo el paquetorro. A los pocos minutos de inhibición del dichoso señor, siento lo mismo, pero más constante, yo en principio pensé que era por la aglomeración de personas y mejor no pensar que lo hacía intencionadamente para no creerme la rica del Barrio. ¡PERO NO! era demasiado descarado para ser cierto, el dichoso hombre quería jugar conmigo a las espadas y yo obviamente, careciendo de una. El tío estaba en guardia, era flipante, le miré a la cara una par de veces pero ni se inmutaba.
Pensé en montar un pollo, que eso se me da a la perfección, pero claro el tío iba a negarlo todo, aunque seguramente las mujeres del vagón sabrían a lo que me refiero y me apoyarían. Lo menos que me importaba eran que me creyesen, así que me di la vuelta, empuje al tío, que por cierto, no era muy mayor, pero si asqueroso y aprovechado. Y sumergí entre la muchedumbre sin decir ni una palabra. En mis adentros me gritaba: COBARDE.

Al final estuve pensando que se trataba de algo fisiológico que os ocurre a los hombres a muy tempranas horas, esto lo pensé después de reflexionar, obviamente.

Mi campo de batalla.

miércoles, 24 de marzo de 2010

En el campo de batalla los soldados nos preparamos para luchar, apostamos nuestra vida, ponemos toda nuestra fuerza, dedicamos el mayor de nuestro tiempo, tenemos fe de que saldremos victoriosos, pero cuando el escuadrón te falla. ¡Ay, cuando el escuadrón te falla!
No sigues luchando, o por lo menos no te sientes tan alivio de salir ileso sin tus compañeros o sencillamente, nunca lo conseguirás sin ellos. Ver caer a tus compañeros es difícil, pero más difícil es verles abandonar cuando pueden hacer algo para retirarte la soga del cuello, abrirte camino para hacer tu entrada triunfal, o darte algún azote o palmadita con su propio rifle.

Viéndolo de otra forma, estamos acostumbrados a que esas personas nunca nos fallen, a tenerlas incondicionalmente aunque tu seas el que falle, pero si ellos lo hacen: solemos negarlo y pensamos que no ha sido capaz de aquello; luego lloramos y gimoteamos; sin ningún cambio, creamos ambientes bélicos con cualquiera que se nos cruce; nos sentimos culpables de nuestras reacciones; buscamos el silencio, la lejanía, un momento para reflexionar; al final, aunque nos cueste, solemos perdonar.

Seguiré cualquiera de sus ordenes mi capitán.

¿Cómo conocerse a uno mismo?

lunes, 1 de marzo de 2010



Iba caminando por la calle y me encontré conmigo misma.

Hoy es uno de esos días...

jueves, 25 de febrero de 2010



Hoy no me quise despertar.
Hoy como siempre no sabía nadar.
Hoy no me mire antes de salir.
Hoy mis pies no supieron a donde ir.

Hoy en ningún momento supe como debatir.
Hoy me temblaron las manos al escribir.
Hoy el viento me ayudo a mi tristeza aplacar.
Hoy hice a mi pequeña hermana llorar.

Hoy ni tu voz pudo mi gran decaimiento apaciguar.
Hoy seguramente cierre los ojos y empiece a soñar.
Hoy no dí explicaciones, simplemente no supe que decir.
Hoy es el día más vacío y fatídico que me toco vivir.

El dedo saltarín.

lunes, 22 de febrero de 2010


La semana pasada estuve viendo el Telediario con mi padre, es el único momento del día que paso con él, ya que solemos comer juntos. Ese día era como otro cualquiera, exceptuando que me sorprendió bastante una noticia, y no fue que en el Real Madrid hay un nuevo fichaje igual al niño Torres o que Angelina Jolie y Brad Pitt se hayan separado, no. Fue el dedo saltarín de el ex-presidente José María Aznar, me imagino que todos sabréis de está noticia, pero a mi me sigue impresionando la forma tan cínica de sonreír y decir en sus adentros: joderos estudiantes de mierda.

La escena de Aznar me ha llevado a saber el origen de sacar el dedo corazón. Según dicen que procede de la Guerra de Cien Años, los franceses le cortaban el dedo anular a los ingleses para que no pudiesen utilizar el arco. Los ingleses le sacaban el dedo corazón a los franceses como signo de victoria y arrogancia.

Volviendo al tema central, la forma de reaccionar ofensivamente de los políticos ya va siendo algo natural. Recuerdo que hace unos días Espe le dedicaba unas preciosas palabras a Gallardón. El PP debería de poner una sección de protocolo para sus representantes políticos, es sólo una sugerencia inocente.