No sigues luchando, o por lo menos no te sientes tan alivio de salir ileso sin tus compañeros o sencillamente, nunca lo conseguirás sin ellos. Ver caer a tus compañeros es difícil, pero más difícil es verles abandonar cuando pueden hacer algo para retirarte la soga del cuello, abrirte camino para hacer tu entrada triunfal, o darte algún azote o palmadita con su propio rifle.
Viéndolo de otra forma, estamos acostumbrados a que esas personas nunca nos fallen, a tenerlas incondicionalmente aunque tu seas el que falle, pero si ellos lo hacen: solemos negarlo y pensamos que no ha sido capaz de aquello; luego lloramos y gimoteamos; sin ningún cambio, creamos ambientes bélicos con cualquiera que se nos cruce; nos sentimos culpables de nuestras reacciones; buscamos el silencio, la lejanía, un momento para reflexionar; al final, aunque nos cueste, solemos perdonar.
Seguiré cualquiera de sus ordenes mi capitán.
8 comentarios:
y ahora te enteras...
Lastimosamente sí. No estoy acostumbrada a que me fallen ni yo a fallar, mi querídisimo anónimo.
Jajajaja, si tú fallas más que una escopeta de feria!!! :-P
Acierta en el blanco de las personas que te rodean, dale donde más adentro logres profundizar y habrás obtenido su corazón.
Suerte francotiradora!!!
Tu siempre tan majo, si es que de verdad...
Como ya te dije en el comentario en tu blog, gracias por el datillo de esa página, me ha servido de mucho. ¡¡Para algo tenía que servirme tu llamada!!
Gracias por pasarte Patín.
vas a meterte en el ejercito?
Que va, como mucho juego al Counter Strike...
Pues que decepcion
No sé cuando escribí explicitamente que me iba al ejercito. Un poco corto el que piense eso cuando la entrada sólo ha sido una simple metáfora, ¿no crees, mi queridísimo anónimo?
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